Jorge Alberto Roa Cuánto caminamosEn sus callesRecorrimosY pisamosSus baldosasDe idaY de regresoBajo sus farolasBajo sus árbolesY en las esquinasO
Jorge Alberto Roa
Cuánto caminamos
En sus calles
Recorrimos
Y pisamos
Sus baldosas
De ida
Y de regreso
Bajo sus farolas
Bajo sus árboles
Y en las esquinas
O junto a los portones
Nos dimos tiempo
Para besarnos
Besos cortos
Besos húmedos
Besos deliciosos
Besos largos
No nos importó
Al final
Quién pasara
Quién nos mirara
Justo íbamos
A Cuévano
Por lo que más
Nos gustaba
De ese rincón
De amor
Entre montañas
Éramos dos
Anónimos
Completos desconocidos
Entre un flujo constante
En dos sentidos
De hombres y mujeres
Buscando una pareja
O disfrutando
De la que ya tenían
En Cuévano
Y por eso
Regresábamos
Una y otra vez
Nosotros éramos
Dos desconocidos
Y eso hacía inigualable
Estar en la ciudad
Disfrutando
De todo
Lo que hace
Que millones
De visitantes
Regresen una
Y otra vez
Nosotros caminábamos
Nos deteníamos
Algo nos sorprendía
Y parábamos
La marcha
O revisábamos
Un menú
O un aparador
Un callejón
Que no habíamos visto
O un portón antiguo
Que nos removía quizá
Las memorias
De nuestra infancia
Cuando recorríamos
Las antiguas calles
De nuestro
Propio pueblo
Pero lo mejor
Era ser dos desconocidos
Era no preocuparnos
De quién nos viera
De quién nos conociera
O peor aún,
Nos saludara
En Cuévano
Eso no pasaba
Y así regresamos
Una y otra vez
Disfrutando
De la Ciudad
Que fue cómplice
De nuestro amor
De nuestros besos
De nuestras caricias
Que brotaron
Espontáneas
En el día
En la tarde
En la noche
Porque eso hace
La ciudad
Invitarte y despertar
El romance
El detalle
El roce
De 2 pieles que ansían
Que anhelan
Amarse
Aunque sea
En un simple abrazo
Hoy le agradezco
A Cuévano
Por proteger
Por ocultar
A veces más
A veces menos
El amor que viví
Con mi amor
De aquellos tiempos
Gracias
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